A mil besos de profundidad

Mario Celano Meyer
mariocelano
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1 min readNov 2, 2017

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Hace tiempo, en una entrevista a Fernando Cabrera, escuché algo muy interesante: se refirió a que hoy en día los músicos aprenden de instrumentos, se hacen hábiles ejecutantes y hacen buena música con ellos, pero no dedican el mismo esfuerzo en la otra mitad de la canción: la letra.

Y es que para hacer buenas letras no hay una academia. Y daba como ejemplo el caso de Leonard Cohen, alguien que hizo el camino inverso, que empezó siendo poeta (es decir, que empezó dominando el arte de la escritura antes que tocar un solo acorde), y que recién a los 35 años, impulsado quizás por el ejemplo de otro fenómeno como Bob Dylan, se animó a cantar.

Y es así que surgen estas figuras, hoy ya casi míticas, que son poetas, músicos, escritores o todo junto, y que pueden ganar desde un Grammy, un Príncipe de Asturias de las Letras, e incluso hasta un Premio Nobel.

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Juego a que lo mejor está por venir. Sé que no hay mal que por bien no venga. Confieso que para encontrarse, primero hay que perderse.